Crujirse o “tronarse” los dedos es un hábito común que muchas personas realizan para aliviar tensión, estrés o simplemente por costumbre. Sin embargo, este hábito ha sido asociado con el mito de que podría causar artritis a largo plazo, una afección que provoca inflamación, dolor y rigidez en las articulaciones. A pesar de esta creencia popular, los expertos en salud desmienten esta relación.
Según una indagatoria realizada por The Washington Post, no existen pruebas concluyentes que demuestren que tronarse los dedos cause artritis u otros daños graves o permanentes en las articulaciones. El sonido que se escucha al crujir los nudillos no es producto de daño alguno, sino del estallido de pequeñas burbujas de aire que se forman en el líquido sinovial, el cual lubrica y nutre las articulaciones. Este fenómeno ocurre por un cambio de presión dentro de la articulación.
En 1998, el médico Donald Unger publicó un estudio en la revista Arthritis & Rheumatology donde trató de probar este mito. Durante 50 años, Unger se crujió los nudillos de su mano izquierda dos veces al día, mientras que evitó hacerlo con la derecha. Al final del experimento, no encontró ninguna diferencia en la salud de ambas manos, lo que sugirió que crujirse los dedos no tiene un impacto negativo en las articulaciones.
Otros estudios con grupos más grandes de personas han llegado a conclusiones similares. Renata Gregorio Paulos, traumatóloga del Instituto de Ortopedia y Traumatología del Hospital das Clínicas de la Universidad de São Paulo, afirmó en una entrevista para National Geographic que no se ha demostrado que chasquear los dedos afecte negativamente la salud articular o tenga repercusiones físicas.
En resumen, los expertos coinciden en que tronarse los dedos no provoca artritis ni otros daños a largo plazo en las articulaciones. El mito ha sido desacreditado por diversos estudios, y la acción no debería ser motivo de preocupación para la salud de las manos.
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