El próximo 1 de agosto de este año entrará en vigencia la Ley N.º 21.643, conocida como Ley Karin, la cual tiene como objetivo principal prevenir, investigar y sancionar el acoso laboral, sexual y la violencia en el ámbito laboral. Desde su promulgación, increíblemente ha generado una serie de críticas y detractores, que han minimizado su relevancia a raíz de las conductas que contempla para ser sancionadas. Expresiones como “generación de cristal” o comentarios que sugieren que la ley impedirá cualquier tipo de interacción normal en el trabajo, son ejemplos de cómo se minimiza la gravedad del acoso y la violencia en aquel lugar.
La Ministra del Trabajo, Jeanette Jara, hizo un enérgico llamado a no caricaturizar el debate sobre la violencia laboral. Es crucial entender que, al igual que otras conductas normalizadas en el pasado y luego reconocidas como problemas serios que requieren intervención, los derechos laborales están atravesando ese mismo proceso. La sociedad está avanzando y, por lo tanto, es crucial no minimizar las conductas que esta Ley busca sancionar. Además, es importante recalcar que la Ley no solo tiene como objetivo sancionar, sino también prevenir el acoso y la violencia. ¿No es acaso un ambiente laboral seguro y libre de violencia un derecho básico que todos deberíamos defender y promover?
El Subsecretario Claudio Reyes recientemente subrayó que “no hay ningún organismo que quede fuera de esta ley”. En un contexto de creciente desconfianza hacia las instituciones públicas y políticas, es más relevante que nunca que las autoridades no solo estén familiarizadas con esta ley, sino que también la promuevan activamente. Lamentablemente, nuestra región ha sido testigo de múltiples acusaciones, en donde el abuso de poder, subraya la urgencia de implementar protocolos claros de prevención, así como procedimientos de denuncia e investigación que protejan a los trabajadores de represalias y a las instituciones de generar procesos de investigación que aseguren una respuesta efectiva ante cualquier forma de violencia laboral, tal como establece esta ley.
La Ley Karin representa un paso significativo hacia la creación de entornos laborales más seguros y justos. Más que una simple normativa punitiva, es una herramienta para fomentar una cultura organizacional que valore y proteja la dignidad de todos los trabajadores. Es responsabilidad de todos, desde las autoridades hasta los empleadores y los propios trabajadores, trabajar en conjunto para garantizar que esta ley no solo se implemente, sino que también se cumpla cabalmente en beneficio de la sociedad en su totalidad.
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