Hace unos días falleció un estudiante del Colegio Aconcagua de Quilpué, Región de Valparaíso. Tras este lamentable suceso, la tesis más discutida entre los especialistas es la posibilidad de una muerte cardiaca súbita, afección que puede presentarse en personas sanas, activas, jóvenes e incluso deportistas.
Sobre este mismo tema, el doctor en Biomedicina y académico de la carrera de Educación Física de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Fernando Rodríguez, explicó que cuando ocurren este tipo de eventos en jóvenes, normalmente sin antecedentes o algún factor de riesgo cardiovascular conocido, la evidencia científica se refiere a este tipo de mortalidad como “muerte súbita” y generalmente no es detectable.
“Muchas veces los mismos exámenes médicos no son capaces de determinar si hay alguna falla cardíaca. Entonces aquí no es el problema la actividad física sino la carga genética que se tiene, que produce la muerte súbita en jóvenes”, aseguró.
Según detalla el especialista, esta afección suele ocurrir normalmente en personas jóvenes menores de 30 años y más del 80% de estos no se logra detectar. Los exámenes médicos generalmente tampoco pueden determinar si existen posibilidades de muerte cardiaca súbita en personas médicamente sanas, pues la mayoría de estos estudios se hacen con el paciente en reposo.
En base a esto, el profesor Rodríguez señaló que “un electrocardiograma de reposo, o uno de esfuerzo, se hace en una intensidad baja; en el caso de un ecocardiograma también se hace en reposo acostado y lamentablemente en estos casos, la actividad física es un gatillante, por lo tanto, se tendría que hacer un esfuerzo máximo, lo que podría significar un riesgo para cualquier tipo de persona”.
Estos tipos de paros cardiacos repentinos son totalmente genéticos, es decir, las personas están, a cierta edad, determinadas a que esto ocurra. Eso significa que «de alguna manera el corazón tiene un tiempo, un tiempo de vida y acabándose ese tiempo ya no hay manera de que pueda revertirse la situación y eso significa que no hay mucho que hacer en realidad cuando surgen ese tipo de eventos cardiovasculares”. Acotó que ni siquiera contar con un desfibrilador o con profesores capacitados en reanimación pueden cambiar el resultado en la mayoría de los casos.
Eso sí, el académico destaca la importancia de que los colegios hagan las respectivas evaluaciones y monitoreos a sus estudiantes, exigiendo de ser posible diversos exámenes para poder determinar el funcionamiento eléctrico o la morfología del corazón.
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