Desde que la pandemia de COVID-19 se disparó a finales de 2019, el virus ha infectado a millones de personas, alterando profundamente nuestra forma de vivir. A pesar de que la emergencia sanitaria ha disminuido, el virus sigue circulando entre nosotros y no dejará de hacerlo en el futuro próximo. Sin embargo, en medio del asombroso número de personas infectadas, hay un fenómeno curioso: algunas personas nunca han contraído COVID-19, a pesar de estar expuestas al virus repetidamente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó recientemente que el total de casos confirmados ascendía a más de 775 millones, incluidas más de siete millones de muertes en todo el mundo. Entonces, ¿por qué algunas personas no se infectan?
Posibles razones genéticas
Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature, ha identificado una posible causa: un gen específico que evidencia una respuesta inmune recién descubierta. En la investigación, los expertos infectaron intencionadamente a 36 voluntarios con el coronavirus SARS-CoV-2. Ninguno de los voluntarios había estado previamente expuesto al virus ni se había vacunado. El secreto está en el antígeno leucocitario humano (HLA), o marcadores proteicos que envían señales al sistema inmunológico. Los científicos descubrieron que los participantes con una actividad elevada de un gen de inmunidad llamado HLA-DQA2 no contrajeron una infección sostenida tras la exposición al virus. Esta respuesta inmunológica, desconocida hasta ahora, podría explicar por qué algunas personas enferman y otras no.
La magia de las células T
No está claro cuántas personas han esquivado la COVID, pero la estimación más reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. sugiere que hacia finales de 2022, casi 1 de cada 4 estadounidenses no había contraído aún el virus. De los 36 participantes del estudio, siete nunca dieron positivo por el virus y tres sufrieron infecciones transitorias en la nariz que nunca llegaron a enfermar.
Una mutación en uno de los genes que codifican HLA parece ayudar a las células T que matan virus a identificar el SARS-CoV-2 y lanzar un ataque relámpago, incluso si nunca antes lo habían detectado. Esto se debe a que el SARS-CoV-2 se parece mucho a los virus del resfriado estacional, que el sistema inmune ya conoce.
«Si tienes un ejército que es capaz de reconocer al enemigo temprano, eso es una gran ventaja», explicó la investigadora principal del estudio, Jill Hollenbach, profesora de neurología, epidemiología y bioestadística, y miembro del Weill Instituto de Neurociencias de la UCSF. «Es como tener soldados que están preparados para la batalla y ya saben qué buscar».
En el caso de los individuos infectados transitoriamente, desarrollaron una fuerte reacción inmune, conocida como respuesta de interferón, en su nariz al día siguiente de la exposición. Estas respuestas actúan como alertas de viralidad y atraen a las células para combatir la infección. «Su sistema inmunológico es capaz de sentir que algo está sucediendo y transmitirlo al cuerpo antes de que las células realmente afectadas se den cuenta», dicen los expertos.
Los voluntarios que nunca enfermaron mostraron una actividad elevada del gen HLA-DQA2 en células inmunes especializadas, que ayudan a alertar al sistema inmunológico sobre patógenos. Para aquellos que sí enfermaron, su respuesta inmune fue más lenta. La misma respuesta de interferón tardó al menos cinco días en activarse, lo que permitió al virus proliferar y propagarse.
«Es posible que podamos predecir quién es susceptible a la infección simplemente observando la firma genética de este gen en particular», apuntó Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale que no participó en el estudio pero escribió sobre la investigación en la revista Nature.
Los investigadores esperan que, al comprender mejor las respuestas inmunitarias tempranas, podrían desarrollar vacunas en aerosol nasal para el coronavirus, similares a la vacuna para la influenza. Este avance podría ofrecer una protección más efectiva y rápida, especialmente en las primeras etapas de la exposición al virus.
A medida que continuamos enfrentándonos a nuevas variantes del coronavirus, estos hallazgos ofrecen una esperanza para entender mejor la inmunidad y desarrollar mejores estrategias de prevención. Aunque el virus sigue siendo una amenaza, investigaciones como esta nos acercan a un futuro en el que podamos vivir con menos miedo y más conocimiento sobre cómo protegernos.
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